Fuente: El Clarín
En medio de un contexto
de globalización, aún puede sonar increíble el rechazo en pleno sigo XXI el
desdén y patologización de las personas asexuales, a diferente de muchas
personas que pretenden ocultar su verdadera postura frente a este grupo
minoritario; sin embargo, los discursos de odio contra gente asexual nos han
mostrado nuestra verdadera identidad como sociedad.
La patologización no
sucede solo en el ámbito clínico, sino también en el social, y ocultarlo o
censurarlo no ayuda a que el problema cese, sino que lo perpetúe. En primer lugar,
definiremos la palabra patologización en lo clínico, pues podemos encontrar a
varios profesionales de la salud poner en práctica esta terapia a las personas
asexuales con buena voluntad y por puro desconocimiento. Sin embargo, si
dudamos de la ética en los diagnósticos y los procesos para llegar a estos sin
tener ni quiera en cuenta la asexualidad como una orientación sexual en primer
lugar: que la culpa no parte de los profesionales de la salud, sino de los
criterios insuficientes y la falta de información.
Por ejemplo, salir del
armario como asexual lleva reacciones de todo tipo, pero lo más común es la patologización;
¿Entonces eres impotente o frígida?, “no es natural, debe haber algo que está
mal en ti, “Esto debe ser causado por un desequilibrio hormonal, estoy seguro
de que puede ser curado.
Se suele decir que los
doctores tienen que solucionar “el problema “sobre todo si no conocen la
asexualidad como una orientación.
Finalmente, podemos decir
que, aunque la asexualidad de por si provoca en general reacciones violentas,
muchas personas asexuales son víctimas de acoso o intimidación homofóbica
porque no les interesa el sexo opuesto es malentendido como un “síntoma” de
homosexualidad.
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